24 Apr I Ruta de la Reforma protestante y contrareforma en Asturias
Cultura a sangre y Fuego
Por Jose Luis Fernández (Asturias)
Entrar nuevamente al patio del edificio histórico de la Universidad de Oviedo no suponía una novedad. Es algo que había realizado casi a diario en un periodo de mi vida.
Entrar y ver la estatua de su fundador siempre me ayudó en mi identidad protestante y ello porque el fundador era Fernando Valdés Salas que además de Arzobispo de Sevilla había sido el décimo Inquisidor General y el responsable de la extinción de los focos luteranos de Sevilla y Valladolid.
Pero esta vez la ocasión era muy especial. Y por ello, recuerdos, sensaciones, sentimientos y pensamientos se agolpaban de un modo fresco y nuevo. Iba a cumplir un sueño perseguido largamente. El propósito de la visita era acceder a la Biblioteca para ver una Biblia, una de aquellas que Valdés Salas había incluido en el Índice de libros prohibidos elaborado en 1559.
Ya hacía muchos años que sabia de su existencia y equivocadamente, pensaba en la Biblia del Oso. No hace mucho tiempo que salí de mi error sabiendo que se trataba de la Biblia del Cántaro.
Conocía la historia de mi Universidad y sabia que durante la Revolución de Octubre de 1934, el edificio fue pasto del fuego y su importante biblioteca convertida en cenizas, como había condenado a la hoguera a personas, efigies, libros y Biblias, el Inquisidor General.
Que gigantesca lección de la soberanía de Dios en la historia, el que, por donación, la Biblioteca conservará un ejemplar de aquel volumen que había sido perseguido por toda Europa para hacerlo desaparecer.
Gracias a las gestiones ante el Director de la Biblioteca de la Universidad, D. Ramón Rodríguez Álvarez, que realizó Dª.Marisa Villegas -profesora jubilada de la misma Universidad- encaminamos nuestros pasos a la Biblioteca inmune al transcurso del tiempo. Momentos para agradecerle a ella que escribiera en las “puertas” de la ciudad aquel “Actuaciones kafkianas en la Universidad o como matar pulgas a cañonazos”. En él denunciaba la intolerancia y prejuicio que aún existía cuando se nos denegó un aula al Grupo Bíblico Universitario para una conferencia pública allá en 1990.
Al fin estábamos ante cinco ejemplares de textos bíblicos. El primero en nuestras manos era el mas pequeño, El Testamento Nueuo de Nuestro Señor Iesu Christo traducido por Casiodoro Reina y revisado por Cipriano de Valera de 1596. Pero el ejemplar que nos cautivó era aquel en cuyo lomo figuraba un escudo dorado que luego supimos correspondía al que había sido su poseedor. Y si pensábamos que toda nuestra sorpresa y emoción había llegado al máximo, pudimos comprobar que no era así, cuando leímos que su hijo, ultimo poseedor, había sido condenado a muerte por el Cardenal Richelieu. Una palabra inmediatamente recorrió nuestra mente: hugonote.
Inevitable pensar en el traductor, su exilio forzado y su muerte fuera del suelo del país que amaba. En su obra, perseguida por sus compatriotas, pero amada por sus hermanos en la fe. Perseguidos y muertos también por la intolerancia y el fanatismo. El mismo que se manifestó en la destrucción de la Universidad en 1934, y como Dios a través de aquellas cenizas hizo que un ejemplar estuviera de manera destacada en sus estanterías para manifestar, como no podía ser de otro modo (dado que ese es el texto que podemos leer en la portada de la Biblia) que la Palabra de Dios permanece para siempre, Isaías 40:8
P.s. Salimos de aquel encuentro no sin antes hacernos una foto ante la estatua del Inquisidor que preside el patio. 25 años separaban a dos GBU de Asturias presentes en algunos de los que figurábamos en la foto (izquierda). Nunca se nos hizo mas patente que ni el que siembra, ni el que riega es nada, sino Dios. El es quien da el crecimiento.